Hasta ahora se han localizado ocho cenotes en esta antigua ciudad maya, pero sólo dos de ellos han sido explorados

Por ahora, en el cenote Holtún, un equipo de especialistas ha logrado la recuperación de abundantes materiales arqueológicos que confirman el uso ceremonial de estas cuevas sumergidas. Cortesía Guillermo Pruneda.

 
 

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Domingo 30 de diciembre de 2012Abida Ventura | El Universal 
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Los cenotes localizados en Chichén Itzá, la ciudad prehispánica más sobresaliente del área maya, resguardan en sus entrañas gran cantidad de materiales arqueológicos que representan una valiosa veta para conocer mejor a los antiguos mayas y el culto que le rindieron a estas bellas formaciones naturales

De los ocho cenotes que hasta ahora han sido identificados en esta antigua ciudad maya, sólo dos de ellos han sido explorados: El Cenote Sagrado, ubicado al norte del Castillo o el Kukulkán, de Chichén Itzá, y Holtún (Hueco en la piedra), ubicado al oeste de dicha estructura principal.

Los otros, Poxil, Xcalacal, Kanjuyum, Xbalantun, Dzibiltak, Xtoloc, algunos de ellos ubicados en lugares incógnitos para evitar posibles saqueos, sólo han sido registrados, pero los arqueólogos esperan comenzar próximamente un trabajo de exploración que les permita realizar un inventario de los materiales que existen en cada uno de ellos

Por ahora, en el cenote Holtún, un equipo de especialistas liderados por los arqueólogos Guillermo de Anda Alanís y Rafael Cobos han logrado la recuperación de abundantes materiales arqueológicos que confirman el uso ceremonial de estas cuevas sumergidas, consideradas por los mayas como la puerta sagrada al inframundo o Xibalbá.

En las laterales de este cenote, que tiene una profundidad de 50 metros y al que sólo se accede mediante un descenso con cuerdas de 22 metros, los arqueólogos han localizado sobre una especie de “altar natural”, restos humanos de por lo menos 12 personas, huesos de animales, vasijas en perfecto estado de conservación, cuentas de jade, navajas, puntas de rayas utilizadas para autosacrificios y otros materiales que permiten identificar este depósito como una importante ofrenda de petición de lluvia del siglo X, época en que los mayas padecieron un largo periodo de sequías que probablemente causaron el colapso de esta civilización.

Guillermo de Anda Alanís, quien se ha aventurado a explorar los secretos que esconden estas cuevas sumergidas por más de dos décadas y encabeza la exploración subacuática en Holtún, sostiene que este depósito ritual refleja el intento desesperado de los mayas por bajar y aproximarse a las entrañas de la tierra para rendir culto a sus deidades acuáticas y así propiciar las lluvias.

Estos materiales, explica el investigador de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) y director del proyecto El Culto al Cenote, fueron colocados en ese nicho natural cuando por las sequías, el nivel del agua del cenote era más bajo.

“Ese nicho contiene una gran cantidad de material arqueológico que pensamos que fue colocado ahí cuando el nivel del agua era más bajo, como unos seis metros respecto al actual, porque es difícil que los materiales hayan llegado ahí flotando, sobre todo por la característica de los materiales”, explica el recién nombrado explorador emergente por la National Geographic Society.

“Lo que hemos encontrado en Holtún y en otros cenotes de la zona es prueba arqueológica de que el nivel del agua estuvo más bajo en ese tiempo, dado que el material que vemos pertenece al Clásico Terminal (800-1000 d.C.), cuando, según los estudios paleoclimáticos, hubo un cambio climático que provocó una gran sequía de hasta 15 años”, dice.

Ofrenda selecta

De Anda Alanís, quien mediante estudios de antropología esquelética aplicados a 137 restos óseos, recuperados del Cenote Sagrado de Chichén Itzá, ha logrado rebatir el mito de que los mayas arrojaban a los cenotes princesas vírgenes en ofrenda a sus dioses, apunta que los individuos localizados en Holtún pudieron haber sido sacrificados, aunque para esta ofrenda fueron más selectivos.

“Contrario al Cenote Sagrado, en Holtún parece que estamos viendo personas de mucho mayor estatus, con dentaduras muy limpias y muy bien conservadas. Parece que estas personas gozaban de buena salud al momento de su muerte, por lo que creemos que para este ritual se usaron otro tipo de víctimas”, comenta el especialista, quien recuerda que 79% de los esqueletos del Cenote Sagrado correspondían a niños, cuyos huesos reflejaban graves problemas de nutrición.

Por ahora, los restos óseos y todos los demás materiales permanecen en el sitio, pero con el apoyo de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega, de la National Geographic Society y bajo la supervisión del INAH, los arqueólogos planean retomar la exploración en el cenote Holtún en los próximos meses y así seguir buscando información que les permita desentrañar los secretos mayas ocultos en las profundidades de estos espacios sumergidos.